Tres
son los puntos que nos han llevado a un concepto amplio en todas sus aristas y
que a su vez representa un factor ético fundamental en la aplicación del
enseñar.
En primer lugar, ‘’La comprensión’’ se ha
convertido en una herramienta que enmarca un pilar imprescindible en la cavidad
humana socio-cultural con la que tratamos en nuestro diario vivir, para avanzar
a un nivel superior de enseñanza nos vemos envueltos en las capacidad de
comprender a cualquier individuo, independiente el uno del otro en su forma de
vida, pensamiento, criterio y desempeño de acuerdo a los parámetros en que éste
se ha formado. Seguidamente, esto a su
vez nos impulsa encarecidamente a tratar en la tolerancia con el otro en fusión
del acercamiento y la interacción de nosotros mismos con su cotidianidad. No
estamos en posición de definir que es bueno o malo para un grupo planetario,
pero si, podemos coincidir cual o cuales son las convergencias positivas entre
culturas para luego, tomar en nuestras manos el buen vivir para con los demás y
poseer la noción en la conciencia de cuál será el primer paso para trabajar en
el multidisciplinario contexto de la ética comprensiva, lo que nos lleva en
tercer lugar a la introspección con nuestro mismo ser. Entendernos a nosotros
mismos para luego poder entender las dificultades del otro tomando la forma de
guía, que a su vez sea capaz de cambiar aquellos rasgos que no se convalidan para
el entendimiento contextual con el otro sujeto. He ahí donde empieza este
estudio universal de la interiorización de un yo con lo global, quitar de en
medio la superioridad y la obstinencia para dar paso a relaciones simétricas
entre pares, conjunto de cada uno de los individuos que forman la sociedad
multicultural donde adoptamos una labor que complemente las relaciones humanas
propiamente tal.
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